Hablar de sexualidad con niños y adolescentes puede ser desafiante; qué decir y por dónde empezar son preguntas que todo papá se hace al llegar el momento de asumir esta importante tarea. Estas conversaciones que, suelen venir con risas nerviosas, silencios incómodos y varias anécdotas que seguro podemos recordar de nuestras propias experiencias, juegan un rol fundamental en la formación de todo niño y adolescente.
En el colegio, se hace dentro del marco de la Educación Sexual Integral (ESI), un programa transversal que imparte conocimientos y desarrolla habilidades que ayudan a los estudiantes a vivir su sexualidad de forma saludable, segura y coherente con su etapa de desarrollo (MINEDU, 2017). Cuando hablamos de que es un programa transversal nos referimos a que, lejos de abordarse en un momento aislado, se trabaja de forma continua en todos los espacios formativos del estudiante y a lo largo de todo su paso por el colegio. Desde muy pequeños, nuestros estudiantes aprenden a reconocerse a sí mismos y a los demás desde la corporalidad y es sobre esa base que progresivamente van interiorizando nociones más complejas hasta terminar la secundaria haciendo uso de su pensamiento crítico y sentido ético-moral para desenvolverse en el mundo de las relaciones (MINEDU, 2021; UNESCO, 2021).
Entonces, ¿por qué si la ESI se enseña en todas las edades es particularmente importante hacerlo en la pubertad? Y lo que es más, ¿cómo deben ser estos espacios en el colegio y en casa para que realmente vean por el desarrollo integral de los niños?
El bimestre pasado se llevaron a cabo los talleres de pubertad y sexualidad en 4to y 5to grado de primaria, respectivamente, y hoy quiero compartir con ustedes un poco de lo que fue esta experiencia, junto con algunas reflexiones que podemos extraer de la misma.
En el caso de 4to, estos primeros espacios formales de ESI responden a la edad en la que están experimentando los primeros cambios físicos de la pubertad (UNESCO, 2021). Nuestros estudiantes tenían muchas preguntas e inquietudes acerca de lo que ya estaban notando de distinto en sus cuerpos o de lo que habían escuchado que iba a pasarles pronto. Ya sea por mensajes de su entorno o información de los medios, hay muchos mitos que llegan a los niños no solo de los aspectos más concretos de la pubertad, sino sobre todo de temas como imagen corporal y roles asociados al género (Camacho y Joyo, 2022). Si incorporan estas ideas de cómo deberían verse y comportarse, intentarán cumplir con expectativas que muchas veces son irrealistas o no contribuyen con la igualdad entre niños y niñas y muy probablemente se sentirán frustrados cuando vean que no están alcanzándolas (y que otros sí). En esta etapa en la que nuestros estudiantes están constantemente observándose y evaluándose unos a otros (Erikson, 1950), el rol de los talleres ha sido fundamental para desmentir mitos y validar todas las experiencias y que, con ello, puedan seguir explorando su identidad con seguridad.
En ese sentido, la ESI abarca mucho más que sólo delimitar qué son la pubertad y el sexo desde su función biológica; el reto es lograr que los contenidos no se queden en este primer nivel, tal vez un poco más superficial, en el que no se aborda toda la dimensión intra e interpersonal que los mismos estudiantes piden, pues finalmente es esta la que responde a la realidad que viven día a día (Motta et al., 2017).
Es por ello que, al momento de diseñar las sesiones de 4to y 5to, priorizamos que nuestros estudiantes reciban información con base científica pero también que conozcan de sexualidad desde su plano afectivo, social, ético, etc. A través de análisis de casos, discusiones grupales y juegos, les planteamos situaciones cotidianas con las que se sintieron identificados y a partir de las cuales pudieron reflexionar sobre el mundo que los rodea. Estas dinámicas les permitieron fortalecer habilidades socioemocionales para cuestionarse estereotipos de género, contemplar perspectivas diferentes a las suyas, empatizar con sus pares y comunicarse con ellos de forma respetuosa.
Con lo anterior, apuntamos a que pudieran encontrar en las sesiones un espacio que se sintiera cercano a ellos y a su contexto. En 5to, propio de su proceso de maduración, a nuestros estudiantes les habían surgido nuevas dudas este año, pero el mismo proceso también ha implicado que ahora conectaran mucho más con la vergüenza. En ese sentido, fue muy importante para nosotros crear un entorno seguro en el que pudieran expresarse libremente y sin temor a burlas y, para ello, el enfoque conversacional que le dimos a las sesiones contribuyó mucho.
Estos espacios de los que tanto sus hijos como ustedes mismos han sido parte son, en el caso de algunos de ellos, la primera de muchas experiencias formativas en sexualidad que tendrán a medida que sigan creciendo. Siendo en casa donde primero tiene lugar todo aprendizaje en valores y el colegio donde seguidamente son reforzados, compartimos el compromiso de acompañarlos y orientarlos en este proceso (Cabrera-Fajardo, 2022). Para sus hijos, ha sido clave, antes de los talleres, recibir esta información en su principal contexto de cuidado y, después, que las dudas que no se animaron a hacer puedan ser acogidas por ustedes.
Los diálogos a los que les hemos dado espacio en el colegio y en casa no deben ser dejados de lado; que nosotros los mantengamos presentes y que sus hijos sepan que pueden reabrirlos en cualquier momento será fundamental para continuar acompañando sus experiencias de vida conforme pasen por la pubertad y las distintas etapas que le siguen, siempre en pro de que puedan identificar situaciones de riesgo, logren mantenerse fieles a ellos aún cuando sea difícil y mantengan relaciones de igualdad que aporten a su bienestar.