En Pre-kínder, la motricidad fina es fundamental para el desarrollo integral de los estudiantes. Cada mañana, los estudiantes se acercan con entusiasmo a los rincones de juego y aprendizaje, especialmente aquellos con materiales como harina, letras móviles, plumones, tijeras, bloques, cuentas y fichas con imágenes. Estos espacios no solo les permiten explorar y crear, sino que se convierten en escenarios donde experimentan de manera libre y significativa.
Durante nuestras actividades diarias, los estudiantes fortalecen sus habilidades motoras finas al dibujar personajes, trazar las letras de su nombre, recortar figuras, ensartar cuentas o modelar plastilina. Cada acción y cada trazo contribuye a mejorar la precisión y coordinación de sus manos y dedos, fortaleciendo el camino para una escritura más segura y fluida.
Como señalaba Montessori (2003), la mano es el instrumento de la inteligencia; a través de ella, el niño explora, manipula y transforma el mundo. Las actividades que requieren precisión, concentración y control de los movimientos de los dedos preparan al niño para tareas más complejas, como la lectura y la escritura. Al actuar con libertad y responsabilidad sobre los objetos, el niño construye su pensamiento y su capacidad de expresar ideas.
A través de estas experiencias, los estudiantes descubren que pueden comunicarse de diversas maneras. Manipular materiales, dibujar o representar símbolos no es solo una actividad manual, es una forma de expresar pensamientos, organizar ideas y conectar con los demás.
Por ello, fomentar la motricidad fina desde el nivel inicial va más allá de preparar a los estudiantes para escribir. Potencia su autonomía, concentración, creatividad y capacidad de resolver problemas. Cada día, al ofrecerles distintos recursos, desarrollan estas habilidades de manera progresiva, significativa y divertida, construyendo una base sólida para su aprendizaje.