Durante el mes de marzo, al inicio del año escolar, los estudiantes de Primero A comenzaron a reconocer su aula como un espacio compartido, y a sus compañeros como parte de una comunidad. Como parte del primer proyecto del año, crearon juntos sus primeros acuerdos de convivencia, proponiendo ideas sobre lo que debemos hacer para que exista un ambiente armonioso, seguro y respetuoso para todos. De ese proceso, surgieron 7 acuerdos que han guiado la vida en el aula durante los primeros meses del año.
Estos acuerdos fueron revisados nuevamente en el mes de julio, antes de salir de vacaciones de medio año. La revisión fue una oportunidad para reflexionar sobre lo que hemos logrado como grupo y lo que aún necesitamos fortalecer.
Es importante resaltar por qué hablamos de acuerdos de convivencia y no de «reglas». La palabra «acuerdos» invita a la construcción colectiva y al diálogo, y tiene un enfoque más cercano y amigable. Las normas no se imponen, se acuerdan entre todos. Son orientaciones que nos ayudan a organizarnos, a convivir con respeto y a tomar decisiones que cuidan del bienestar común. En este sentido, fomentan la autonomía, la empatía y el sentido de comunidad desde temprana edad.
Previo a esta revisión, en las sesiones de tutoría, se trabajaron temas clave como el respeto entre amigos, el cuidado del aula y el manejo de nuestras emociones. Estos espacios prepararon el camino para una conversación profunda y reflexiva.
Finalmente, los estudiantes revisaron los acuerdos que construyeron al inicio del año. En un ejercicio de autorreflexión, conversaron sobre cuáles ya forman parte de su rutina diaria y cuáles siguen siendo desafíos. A partir de este análisis, propusieron nuevos acuerdos que consideraron importantes para seguir mejorando la convivencia en el aula. Estos nuevos compromisos nacieron del diálogo, la experiencia vivida en estos meses y el deseo de construir juntos un espacio en el que todos se sientan valorados y escuchados.