Las rutinas se definen como momentos estructurados que ayudan a organizar las actividades diarias y el tiempo en el que se van a realizar, tanto a nivel familiar como individual (Clark, 2000; Webster, 1989). Estas ofrecen estabilidad y previsibilidad, elementos fundamentales para el bienestar especialmente después de la jornada escolar.
El Child Mind Institute (2021) indica que las rutinas bien estructuradas ayudan a los niños a sentirse seguros, a reducir conductas que comprometen su bienestar, desarrollar independencia y hábitos saludables. Esto contribuye al equilibrio entre las responsabilidades escolares, el descanso y el tiempo en familia, impactando positivamente en el bienestar emocional y el desarrollo integral de los niños y adolescentes (Selman & Dilworth-Bart, 2023).
Tardes con ritmo: cómo las rutinas mejoran el día
Establecer una rutina estructurada durante las tardes trae múltiples beneficios. La organización del tiempo mediante bloques definidos para actividades como la alimentación, las tareas escolares, el juego y el descanso permite una gestión más eficiente del día, evitando la sobrecarga y promoviendo hábitos saludables (Pomerania y Thompson 2008).
Asimismo, las rutinas claras fomentan la autonomía y la responsabilidad, ya que los estudiantes aprenden a anticipar y cumplir con sus compromisos de manera progresivamente independiente.
La inclusión de un horario específico para la realización de tareas escolares contribuye a mejorar el rendimiento académico, fortaleciendo la constancia y la calidad del trabajo, permitiendo un mejor ajuste escolar en contextos de alta demanda cognitiva (Mcloyd y Smith, 2002).
De la misma manera, reservar espacios para actividades recreativas y momentos de relajación resulta clave para el equilibrio emocional, permitiendo la liberación del estrés acumulado durante la jornada escolar.
Finalmente, incorporar rutinas nocturnas que incluyen la desconexión de dispositivos electrónicos, la higiene personal y una hora fija para el descanso favorece la calidad del sueño, aspecto esencial para el aprendizaje, el comportamiento y el bienestar general del estudiante (Mindell et al., 2009).
Ideas prácticas para una tarde en equilibrio (burbujas de información)
- Establece horarios fijos: Define una hora aproximada para llegar a casa, comer un snack, hacer tareas, jugar, pasar tiempo en familia, cenar y dormir.
- Tiempo para tareas escolares: Elige un horario específico para hacer tareas (idealmente después del snack y un pequeño descanso). Asegura un espacio tranquilo, con buena iluminación y sin distracciones.
- Snack saludable al llegar a casa: Un snack nutritivo (fruta, yogurt, frutos secos) ayuda a recargar energías antes de comenzar tareas u otras actividades.
- Pausas activas o relajantes: Incluir breves descansos entre tareas largas: estiramientos, caminar un poco o respiración profunda. Esto mejora la concentración y reduce el estrés.
- Tiempo libre y recreativo: Permitir momentos para jugar, leer por placer, hacer actividades artísticas o deportes. El juego es esencial para el desarrollo emocional y social.
- Tiempo en familia: Cenar juntos o compartir un rato conversando fortalece el vínculo familiar y estimula el lenguaje.
- Hora de dormir: Definir una hora límite para apagar pantallas. Incluir baño, lectura tranquila y hora fija para dormir.
El arte de estar presentes: El rol de los adultos en las rutinas
Como adultos, podemos apoyar a los niños creando un ambiente predecible que les brinde seguridad y estructura. Una forma efectiva de lograrlo es definir junto a ellos un horario diario que contemple pausas, actividades recreativas, tiempo en familia y, por supuesto, momentos de descanso.
Lavigne y Romero (2017) destacan que involucrar a los niños en la planificación de sus rutinas favorece la toma de decisiones, el desarrollo del juicio crítico y la autorregulación emocional. Además, es fundamental establecer límites claros y consecuencias coherentes, ya que esto les permite comprender el valor de la responsabilidad y la organización.
En este proceso, es clave ayudarles a estructurar sus tiempos, hacer seguimiento de sus rutinas y mostrar interés genuino por su día a día. Así mismo, es importante acompañarlos en la priorización de tareas y enseñarles que equivocarse o demorarse forma parte natural del proceso de aprendizaje (García & Pérez, 2020).
¿Cómo podría verse una tarde organizada?
Early Years
Primary
Secondary
Más allá de la tarde: otras rutinas que suman
Rutinas de estudio: Los hábitos de estudio son rutinas y comportamientos que repites con frecuencia para aprender información nueva y reforzar lo que ya sabes. En ese sentido, estos hábitos incluyen tanto los horarios en los que estudias como los métodos, estrategias y técnicas que utilizas en cada sesión (UTEM, 2024).
En estos links encontrarán más información sobre el tema: Hábitos de estudio, Técnicas de estudio y estrategias de aprendizaje
Rutinas de higiene y autocuidado: Las rutinas de higiene y cuidado personal se refieren al conjunto de prácticas diarias que realizamos para mantener nuestro cuerpo limpio, saludable y prevenir enfermedades (UNICEF, s.f).
En estos links encontrarán más información sobre el tema: Los hábitos de higiene – UNICEF, Manual de higiene básica
Rutinas de sueño: Son aquellas conductas y hábitos que generan condiciones óptimas y favorecen el sueño (Granados, López & Oropeza, 2019).
En estos links encontrarán más información sobre el tema: Manual de sueño, ¿Cómo dormir bien y por qué es importante?.
En conclusión, las rutinas no deben verse como una imposición rígida, sino como una herramienta de apoyo emocional y organizativo para los estudiantes. Estructurar las tardes con horarios razonables y predecibles promueve un ambiente estable, favorece el aprendizaje y mejora la calidad de vida de niños y adolescentes.
Referencias
Child Mind Institute. (2021). Creating routines for kids. https://childmind.org/article/creating-routines-for-kids/
Clark, C. (2000). The structure of everyday life: Routines and rituals in family life. Family Studies Journal, 45(2), 123–135.
García, M., & Pérez, L. (2020). Aprender a aprender: El rol del error y el tiempo en el desarrollo infantil. Ediciones Pedagógicas.
Granada, D., Lopez, J., & Oropeza, G. (2019). Hábitos de sueño, memoria y atención en niños escolares. Revista Mexicana de Neuropsicología, 10(1). Recuperado de https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-50442019000100042
Lavigne, R., & Romero, A. (2017). La organización del tiempo en la infancia: Estrategias para fomentar la autonomía. Editorial Educativa.
Mcloyd, V. C., & Smith, J. (2002). Physical discipline and behavior problems in African American, European American, and Hispanic children: Emotional support as a moderator. Journal of Marriage and Family, 64(1), 40–53. https://doi.org/10.1111/j.1741-3737.2002.00040.x
Mindell, J. A., Meltzer, L. J., Carskadon, M. A., & Chervin, R. D. (2009). Developmental aspects of sleep hygiene: Findings from the 2004 National Sleep Foundation Sleep in America Poll. Sleep Medicine, 10(7), 771–779. https://doi.org/10.1016/j.sleep.2008.07.016
Pomerantz, E. M., & Thompson, R. A. (2008). Parents’ role in children’s personality development: The psychological resource principle. In Child psychology: A handbook of contemporary issues (2nd ed., pp. 229–247). Psychology Press.
Selman, R. L., & Dilworth-Bart, J. E. (2023). Family routines and child well-being: Linking structure to socio-emotional outcomes. Journal of Child and Family Studies, 32(4), 567–580. https://doi.org/10.1007/s10826-023-02567-2
UTEM. (2024). ¿Qué son los hábitos de estudio y por qué implementarlos? Admisión UTEM. Recuperado de https://admision.utem.cl/2024/10/01/que-son-los-habitos-de-estudio-y-por-que-implementarlos/
Webster, R. (1989). Daily routines and child development: A theoretical overview. Developmental Psychology Review, 27(1), 45–58.