Por Andrea Zurita – Learning support teacher primary
Autonomía puede parecer un concepto distante cuando se trata del desarrollo infantil, ya que se suele pensar que los niños no pueden realizar acciones completamente por sí mismos. Sin embargo, este concepto es crucial para el éxito académico, las interacciones positivas, la autoestima y el aprendizaje independiente a lo largo de la vida(Nordic International School s.f.). Este valor es fundamental en nuestro plan de egreso para los estudiantes, pero su desarrollo es un esfuerzo conjunto que inicia en el hogar. Por ello, es importante que las familias conozcan qué actividades pueden fomentar la autonomía en los niños en edad escolar.
1. Miembro activo en casa
La mejor manera de generar un sentido de pertenencia y satisfacción es al reconocer nuestro valor al ayudar a quienes amamos. Los niños pueden experimentar esto al involucrarse en las tareas del hogar, fomentando su empatía, responsabilidad (Child Mind Institute. s.f), y habilidades para resolver problemas, al tiempo que desarrollan sus funciones ejecutivas, motricidad, y nociones básicas de aprendizaje. Por ejemplo, al poner la mesa con 5 individuales para los 5 miembros de la familia, los niños practican habilidades matemáticas básicas como la correspondencia uno a uno. Agrupar la ropa por colores también refuerza sus habilidades de clasificación a su vez, la motricidad gruesa mejora al coordinar acciones de tareas como limpiar, barrer, o doblar ropa. El lenguaje también se enriquece cuando los niños siguen instrucciones simples (1 paso) o complejas (2 a más pasos) por ejemplo, al preparar una receta, lo que a su vez mejora la motricidad fina al desmenuzar pollo, pelar papas, o desgranar arvejas. La autoestima se fortalece a través de la satisfacción que los niños sienten al completar sus tareas, por ello es importante reconocer y felicitar cada uno de sus logros.
2. El aburrimiento y el juego libre
A veces evitamos que los niños se aburran ofreciéndoles estímulos inmediatos, pero es en esos momentos de aburrimiento cuando la creatividad florece, dando lugar al juego libre. Según UNICEF (2017), el juego libre permite a los niños explorar y conectar con su entorno. Es una actividad comprometida, alegre y socialmente interactiva que les enseña a planificar, resolver problemas con imaginación y flexibilidad, y aplicar conceptos de cantidad, ciencia y movimiento. Incluso en la tradición nórdica, hay estudios donde se demuestra que el 60% del tiempo en los centros de estimulación temprana son dedicados al juego libre donde no hay presencia un adulto el 45.5% del tiempo (Lenes, et al. 2020). Para fomentar este tipo de juego, es esencial ofrecer a los niños la oportunidad de representar situaciones reales con objetos cotidianos, como usar un rollo de papel como telescopio o un trozo de madera como celular, fomentando así el juego simbólico. También pueden explorar, manipular y crear productos con materiales reutilizables (Child Mind Institute. s.f.), como hojas recicladas, cajas de cartón o elementos naturales. Durante este tiempo, el desarrollo del lenguaje se potencia a través de la negociación y la participación en juegos de roles, como jugar a la cocinita o a ser doctor, donde el niño debe adaptar su comportamiento y ser flexible en la interacción con otros (Lenes, et al. 2020). Además, el juego al aire libre les permite explorar el mundo, formar nuevas relaciones sociales y disfrutar de experiencias sensoriales únicas al sentir el pasto, la arena o la textura de los insectos potenciando a su vez, su motricidad gruesa al correr, trepar árboles, tropezar, levantarse, etc.
3. Grandes soluciones para problemas pequeños
Aunque los niños no siempre pueden resolver problemas grandes de inmediato, darles la oportunidad de elegir entre alternativas les brinda confianza y les permite tomar decisiones seguras. El desarrollo del lenguaje es clave para que puedan expresar preguntas, afirmaciones, hipótesis y peticiones, comunicando así sus deseos y necesidades. Por ejemplo, si un niño deja caer su comida accidentalmente, es útil iniciar la conversación con preguntas sobre cómo se siente, qué soluciones propone, cuál cree que es la mejor y por qué. Si a un niño le cuesta la hora del baño, el adulto puede ponerse a su altura y ofrecerle opciones, como bañarse con un juguete o en otro momento. Esto les ayuda a pensar y manejar desafíos, habilidades que les servirán toda la vida (Public Broadcasting Service [PBS]. s.f.).
4. La belleza de lo rutinario
La anticipación y la imitación equipan al ser humano para enfrentar responsabilidades de manera secuencial (Child Mind Institute. s.f.). En este contexto, una rutina no se limita a un horario, sino que abarca cualquier secuencia de eventos repetitivos, como los pasos para usar el baño, lavarse los dientes, o hacer un dibujo. Estas actividades demuestran la capacidad del niño para organizar sus acciones mediante la identificación de pasos y la creación de un plan, que con el tiempo se realiza de manera casi automática. Las rutinas permiten a los niños anticipar el siguiente paso, asumir más responsabilidades y necesitar menos ayuda. Además, brindarles espacio para llevar a cabo estas rutinas de forma autónoma les transmite confianza en sus propias capacidades (Child Mind Institute.s.f.). En síntesis, involucrar a los niños en decisiones y actividades junto a los adultos les ayuda a conocer mejor su entorno y fomenta el desarrollo de la responsabilidad y la autoestima. Además, contribuye al crecimiento en áreas de lenguaje y motricidad, esenciales para enfrentar las demandas académicas. Finalmente, también impacta en funciones ejecutivas superiores como la flexibilidad cognitiva (la capacidad de cambiar de perspectiva), la memoria de trabajo (retener y utilizar información), y el control inhibitorio (focalizar la atención y controlar impulsos) (Diamond, 2013).