Por Annie Luján – Head of Learning Support
En el ágil mundo de la educación moderna, los espacios sensoriales emergen como una poderosa herramienta de bienestar que brinda soluciones de abordaje respondiendo a las necesidades sensoriales y emocionales de los estudiantes. Estos ambientes son delicadamente diseñados para ofrecer una experiencia multisensorial que beneficia tanto a estudiantes como a docentes, revolucionando de esta manera la forma en que concebimos el entorno educativo de este siglo. Estos espacios sensoriales pueden promover el autocuidado, el empoderamiento, el desarrollo de habilidades, resiliencia y recuperación (Champagne, 2006).
Para comprender de manera más profunda este tema debemos mirar a través de las lentes de la neurociencia definiendo la teoría de la integración sensorial como elemento clave para el comportamiento humano, el aprendizaje y el bienestar holístico del ser humano.
La Integración Sensorial: Clave para el Aprendizaje y el Desarrollo Infantil
La integración sensorial es el proceso neuronal por el cual nuestro cerebro recibe, organiza e interpreta la información que llega a través de nuestros sentidos. Como resultado, formamos un plan de acción que nos permite tener una respuesta adaptativa adecuada a las demandas de nuestro entorno permitiendo que el mundo que nos rodea adquiera sentido, podamos actuar y desarrollarnos en él de manera eficaz y armoniosa.
Desarrollada por la Dra. Anna Jean Ayres, terapeuta ocupacional y neuropsicóloga, esta teoría explica cómo las experiencias sensoriales del mundo que nos circunda afectan nuestro comportamiento, nuestros aprendizajes y nuestra interacción social. Ayres, basándose en su investigación y experiencia clínica, desarrolló la teoría y la práctica de la integración sensorial que describe cómo el sistema nervioso traduce la información sensorial en acción y sostiene que una integración sensorial adecuada es una base importante para el comportamiento adaptativo de los seres humanos.
Imaginemos entonces nuestro cerebro como un director de orquesta, coordinando una sinfonía de información proveniente de los sentidos: vista, oído, tacto, gusto, olfato, así como los menos conocidos: sistemas vestibulares (potente sensor del movimiento que informa al cerebro sobre nuestra postura corporal – conocido como el “órgano del equilibrio”), y propioceptivo (sistema mediante el cual el cerebro recibe información de nuestros músculos, ligamentos y articulaciones, permitiéndonos tener conciencia de la posición de nuestro cuerpo con respecto al medio que nos rodea).
Cuando esta orquesta está bien afinada y coordinada, el estudiante puede responder adecuadamente a su entorno y aprender de manera efectiva y serena. El cerebro es un sistema autoorganizado en condiciones normales, pero cuando no logra cumplir su tarea integradora, la conducta dirigida por el cerebro falla y sale fuera de las expectativas y conductas “normales” (Ayres A.J, 1968). Una integración sensorial adecuada es crucial para lograr que los aprendizajes sean significativos y para desarrollar habilidades socioemocionales efectivas.
¿Qué es un Espacio Sensorial?
Un espacio sensorial es un área cuidadosamente diseñada que ayuda a reducir la sobrecarga sensorial de los estudiantes en un día abrumador. Ofrecen un entorno con estímulos que facilitan esta integración en momentos de sobrecarga desreguladora. Es un ambiente seguro, flexible, versátil y adaptable a las necesidades de quien lo visita. Este espacio cuenta con aquellos elementos que ayudan en la regulación emocional y a la modulación sensorial a través de la respiración consciente, mindfulness, actividades multisensoriales y experiencia viso-auditiva. Suelen incluir elementos como: iluminación adaptable y luces de colores; texturas variadas en el suelo y las paredes y objetos manipulables; sonidos relajantes o estimulantes y frecuencias sonoras; aromas, equipos para el movimiento y equilibrio corporal. La versatilidad de estos espacios permite adaptarlos a diversas necesidades y objetivos educativos.
Los espacios sensoriales pueden incorporar actividades de atención plena para apoyar la conciencia interceptiva para facilitar la autorregulación y apoyar el aprendizaje social y emocional (Lynch, et al. 2020). Al ayudar a nuestros estudiantes a equilibrar sus sentidos, los ayudamos a regular sus emociones mejorando la conducta y permitiéndoles alcanzar un estado más tranquilo para el aprendizaje. Los espacios sensoriales también pueden proporcionar una mayor información sensorial para los estudiantes que requieren más estimulación para permitirles regular sus necesidades sensoriales y emocionales (Middletown, 2021). Un entorno sensorial bien implementado y con adecuada supervisión y guía puede ayudar a reducir comportamientos disruptivos aumentando el compromiso y la participación activa de los estudiantes dentro y fuera del aula.
El bienestar de nuestros docentes: potente herramienta pedagógica.
Nuestros docentes no son ajenos a los beneficios de los espacios sensoriales ya que en ellos encuentran un aliado en determinados momentos del día en que experimentan sobrecarga sensorial, emocional o cognitiva. Son en estos momentos que pueden elegir un espacio de silencio y de calma que actúa como refugio reduciendo niveles de estrés y regenerando la creatividad. Estos minutos dedicados en un espacio sensorial ayudan al bienestar integral creando una oportunidad para la reconexión con uno mismo. La OMS y la UNESCO nos recuerdan que el bienestar de los estudiantes depende también del bienestar de sus maestros y maestras.
Un Futuro Sensorial en la Educación
Los espacios sensoriales representan un paso adelante en el diseño de entornos educativos más inclusivos, efectivos y agradables. Al mirar hacia el futuro de la educación, estos espacios no son solo una tendencia, son una revolución necesaria en la forma en que enseñamos y aprendemos.
La implementación de estos espacios no solo beneficia a los alumnos con necesidades específicas, sino que enriquece la experiencia educativa para todos. A medida que más escuelas adopten este enfoque, estaremos presenciando una transformación en la forma en que concebimos y diseñamos nuestros entornos de aprendizaje. Asimismo, en un mundo cada vez más digital, los espacios sensoriales nos recuerdan la importancia de la experiencia física y tangible en el desarrollo humano. Los resultados de las investigaciones demuestran la eficacia de estos espacios para reducir el estrés, equilibrar ciertas conductas, mejorar la atención y la concentración respaldando el bienestar general.
Como educadores, padres y miembros de la comunidad, tenemos la responsabilidad y la oportunidad de implementarlos en nuestras escuelas. Invertir en el bienestar sensorial de nuestros estudiantes es invertir en un futuro más brillante, donde todos tengan la posibilidad de alcanzar sus sueños. Al implementar estos espacios, estamos cultivando e invirtiendo en una comunidad educativa más empática e inclusiva.