Por Vanessa Aldoradin – Coordinadora de primaria

En estos días agitados, en que el mundo de los niños se ve muy acompañado de pantallas y tecnología, hace falta que se dé una mirada real a nuestro alrededor. Es importante que desde pequeños vivan diferentes realidades que son muy cercanas a ellos y que contribuyen a su aprendizaje. Por eso los viajes de estudios son una pieza fundamental de nuestro plan de estudio, pues contribuye al desarrollo de las competencias de ciudadanía, social -emocional y conciencia cultural.

Los viajes de estudio permiten a los estudiantes conectar la teoría con la práctica. Al visitar museos, sitios arqueológicos, otros departamentos o reservas naturales; los estudiantes experimentan todo lo que se aprendió en el aula. Desarrollan habilidades investigativas, como la observación, descripción, análisis y síntesis en un campo tangible, haciendo de esta experiencia de aprendizaje, atractiva y significativa. También ofrecen la oportunidad de conocer otras realidades sociales, culturales y económicas. Al salir de su entorno, los estudiantes se enfrentan a diferentes formas de vida, tradiciones y costumbres. Esta exposición a la diversidad les ayuda a desarrollar una competencia de ciudadanía más amplia, fomentando la empatía social y el respeto hacia los demás. En el viaje, se dan diversas situaciones que solucionar de manera individual y grupal que no necesariamente son propuestas por el docente, son reales, es aquí donde se evidencia si el estudiante es competente o no. Situaciones como elegir qué bebida comprar comparando los precios, administrar el dinero que han traído de casa, hacer uso de ejercicios de respiración antes de una caminata, cuidar su piel ante la exposición solar, tomar apuntes o hacer preguntas reflexivas hacen que en esta experiencia también se evidencien y evalúen diferentes competencias. 

Los beneficios en el aprendizaje van más allá de los académicos; la parte social de los estudiantes se ve favorecida de todas las situaciones que ellos experimentan desarrollando su autonomía y fortaleciendo su autoestima e independencia. Prepararse para el viaje desde casa, ya incluye elementos de organización y decisión. Cuestiones tan simples como preparar la maleta y elegir el orden en ella, fomenta autonomía y responsabilidad. Al convivir con sus compañeros en un entorno diferente, los estudiantes aprenden a trabajar en equipo, a comunicarse de manera efectiva y a resolver conflictos. Además, la convivencia en grupo crea un sentido de pertenencia e identidad. Los lazos formados durante un viaje de estudio suelen perdurar, fortaleciendo la cohesión del grupo y el aprecio por su comunidad escolar. Cuando preguntamos a nuestros estudiantes sobre lo que más les gustó de los viajes, muchos de ellos comentan que fueron las actividades que realizaron junto a sus compañeros, en equipo y que atesoran estos momentos, recuerdan lo que aprendieron porque se divirtieron y lo trabajaron en equipo.Los viajes de estudio, se convierten así en una herramienta educativa esencial que contribuye al desarrollo académico, social y emocional de nuestros estudiantes. Apostamos por este tipo de aprendizaje que, sin duda en novedoso, significativo y que sirve de escape ante un mundo rodeado de pantallas que no siempre muestran la realidad tal y como es.